… O la necesidad de resaltar la capacidad de las universidad española para favorecer el crecimiento económico

Acaba de publicar Universia un artículo que he escrito con el título: «Las universidades como motores del crecimiento económico«, a propósito de otro artículo que llegó a mis manos hace ya algún tiempo del Presidente de la Universidad de Yale, Richard C. Levin. Aunque centrado en el caso de los Estados Unidos, me pareció una reflexión muy interesante, dado que no abundan razonamientos, ni discursos, dentro o fuera de la universidad, que profundicen o insistan sobre la capacidad de las universidades para favorecer el crecimiento económico. Que esto ocurra en plena sociedad del conocimiento me parece, cuanto menos, sorprendente.

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Es muy necesario que se hable del aprovechamiento del potencial universitario en términos económicos. Máxime cuando la universidad reclama contínuamente un justificado incremento de fondos públicos para su financiación. Parecería inteligente que las universidades españolas supieran convencer a la sociedad (a las empresas, a los políticos…) de la productividad de los recursos que demandamos a la Administración.

Tras releerlo, he seguido reflexionando sobre el tema, más en términos de lo que sucede hoy en España. He aquí unas breves reflexiones o preguntas adicionales:

  1. Competitividad /industrias tradicionales. No es descabellado pensar que los problemas de competitividad de la industria tradicional española, la carencia de una participación significativa en sectores de futuro, y la muy baja evolución de la productividad del factor trabajo, sean consecuencias del estancamiento en los últimos diez años de las cifras de inversión en investigación y formación universitaria. Al respecto Emilio Ontiveros tiene un diagnóstico muy bien construido al respecto. Sería interesantísmo explorar la capacidad de las universidades para respaldar el incremento de competitividad que necesitan las industrias/empresas tradicionales en España.
  2. Europa y el empleo de sus recursos públicos en favor de una política de I+D +I que pueda competir con los Estados Unidos. Es también un problema europeo en lo que se refiere a la persistencia de los viejos intereses en la política económica común. Construir fondos de cohesión y proteccionismos cruzados en sectores tradicionales dibuja un panorama desolador en relación las exigencias de las economías modernas en materia de I+D+I. En síntesis, el desencuentro del Reino Unido frente a la posición francesa.
  3. Un modelo económico vulnerable a medio plazo. La actividad inmobiliaria en España está sosteniendo notablemente tanto la expansión de la economía española como la creación de empleo. ¿Pero es una buena opción a medio plazo? ¿Cuál va a ser el efecto de las previsibles subidas de los tipos de interés durante los próximos meses? ¿Hay garantias de que la construcción pueder mantener los actuales ritmos de crecimiento a cinco años vista?
  4. El sector inmobiliario y su capacidad de absorber recursos públicos. La actividad inmobiliaria está arrastrando una enorme inversión pública. Desde parques de ocio a infraestructuras, carreteras, equipamientos… ¿Es la opción más rentable de la inversión pública a largo plazo? ¿No es un modelo vulnerable en el caso de que los factores que explican la demanda actual varíen de forma significativa? Convendría discutir si es más rentable a largo plazo para la economía española la inversión en conocimiento o la inversión en cosas como: parques de ocio, grandes infraestructuras turísticas infrautilizadas o un parque inmobiliario vacío en más de un 60% en determinadas zonas turísticas…
  5. ¿Pueden demostrar las universidades su eficiencia en el empleo de los recursos públicos? ¿En qué medida puede construirse un discurso ilusionante y capaz de generar imagen política a través de la apuesta por las universidades? ¿Hemos sabido desde las universidades trasladar nuestras prioridades y potencialidades?
  6. ¿Debe priorizar el gobierno central la inversión en las universidades? Es un hecho que en los ámbitos locales y regionales -desde los ayuntamientos a otras instancias-, hoy el ladrillo domina las inquietudes, sensibilidades y prioridades de la política. ¿Es imposible cambiar esto, hoy? Ante una situación como esta: ¿Qué papel debería adoptar el Gobierno central? ¿Es suficiente la política del Gobierno central? ¿Es eficiente? ¿Qué cambios e incentivos deben introducirse en nuestras universidades para hacer más productiva nuestra producción científica?

Hay muchas preguntas más, pero mientras que no tengamos algunas respuestas quizás no sea cuestión de extendernos más.