Cuando se están viviendo malos tiempos la psicología del inversor se torna de un pesimismo crónico, extediendose a los consumidores. Hace escasamente unos meses el optimismo hacía desoír cualquier medida anticipatoria o consejo de prevención. Y, ahora instalados en el pesimismo, pasamos al extremo contrario. La buena y mala noticia y es que tanto el optimismo y el pesimismo son causa de la propia bonanza y desaceleración respectivamente de una economía.
A juzgar por el comportamiento de los mercados bursátiles y las respuestas ineficientes, titubeantes y torpes de los responsables políticos, hay razones para la prudencia y hasta para el pesimismo. Joseph E. Stiglitz ha explicado con claridad las debilidades del Plan Paulson y por qué los mercados lejos de tranquilizarse se han hundido mucho más estos últimos días (Ver Crisis financiera: por qué fracasa el Plan Rescate en los Estados Unidos).
Todo esto es coyuntura. Aunque la forma de la que se salga de la crisis no es una cuestión baladí, lo cierto es que a medio plazo la economía voverá a los cauces del crecimiento y la expansión y el sector de la construcción será protagonista dentro y fuera de los Estados Unidos o Europa.
Desde China, planes para construir
La solución para muchas empresas españolas quizás no venga de sus entornos más próximos. Pongamos China. Vía Alfonso Vegara me entero de la presentación del libro de Qiu Baoxing, Viceministro chino, un doctor por la University of Stanford, con el título: «Harmony and Innovation. Problems, Dangers and Solutions in Dealing with Rapid Urbanization in China».
En este acto de presentación Qiu Baoxing anunció la creación de 5o ecociudades de un rango superior al Área Metropolitana de Valencia.
En toda América Latina, en los países del Este, en el Norte de Africa, en China, India y otros países asiáticos la actividad construtora será uno de los motores de la actividad económica no sólo de los países citados sino de la propia economía mundial.