(Este post fue publicado originalmente con el título: Lección Enrique Fuentes Quintana, los economistas y la enseñanza de la economía).
Estas Jornadas van a cumplir casi un cuarto de siglo. Y en un periodo tan dilatado suelen ocurrir hechos de mucha entidad. Sólo un recorrido por los títulos de estas Jornadas es descriptivo de los muchos acontecimientos y transformaciones que han acontecido en la economía española y en nuestra sociedad.
Quiero expresar, un año más, mi reconocimiento y agradecimiento más absoluto a Juan Velarde y José Luis García Delgado, verdaderos artífices de un encuentro que, visto desde la perspectiva histórica mencionada demuestra su valor, oportunidad, sentido con el compromiso y relevancia. Este último es un término que subrayo y llamo la atención, puesto que lo enlazaré con el siguiente punto de mi intervención.
Lección Enrique Fuentes Quintana: Los economistas y la enseñanza de la economía
Este siguiente punto no puede ser otro que la lección Enrique Fuentes Quintana. Es para mi un privilegio, un honor querida Carmen y amigos y compañeros todos, ser la persona que habéis elegido para impartirla.
Ya que vamos a hablar de nuevas tecnologías, señalaré que este año Enrique Fuentes Quintana ha estado muy presente a través de Internet. Su intervención como Vicepresidente del Gobierno, hace más de 30 años, defendiendo los Pactos de la Moncloa y unas medidas de ajuste no populares, han sido puestas de ejemplo en miles de blogs y de reproducciones de su vídeo de Youtube. Vuelve ser, tras 30 años y a través de las nuevas tecnologías, el referente de actitudes, ideas y de liderazgo intelectual (1).
A Enrique Fuentes Quintana profesamos todos los que estamos aquí añoranza, admiración y el mayor respeto, por el valor de sus ideas y aportaciones, tan bien reseñadas muchas veces por Juan Velarde y José Luis García Delgado en estas Jornadas. También, por el prestigio que supo aportar a la enseñanza de la economía y muy especialmente a nuestra profesión de economistas.
Por todo esto, me vais a permitir que me detenga diez minutos en estos temas (2) .
Cuando iniciamos esta Jornadas de Alicante de Economía Española la matrícula de alumnos en Economía General en nuestra Facultad de Económicas de la Universidad de Alicante duplicaba con creces a la rama de Empresa y fruto de este auge y relevancia social de economía estas mismas Jornadas llenaban completamente el Paraninfo de la nuestra Universidad cuyo aforo sobrepasaba unas 1.200 personas.
Daré unas breves estadísticas sobre la demanda de estudios de economía en la Universidad de Alicante: en los últimos diez años los alumnos totales en el conjunto de la Universidad han disminuido sólo en un 6,9 %. Los alumnos de la Diplomatura de Empresa se han mantenido estables, prácticamente sin variación; los alumnos de la Licenciatura de Empresa han disminuido un 30%; y los alumnos de la licenciatura de Economía General se ha llevado la peor parte: han retrocedido fuertemente, casi el doble que los de empresa, en torno al 60 % (3).
Cualquier empresario creo que se plantearía, sin lugar a dudas, que tenemos un serio problema de demanda y en consecuencia de «producto» y quizás revisando las características de este último y la demanda potencial del mercado hubiera tomado drásticas medidas para ganar “la competitividad perdida”.
Nuestra solución institucional (4) ha sido, suprimir la Diplomatura de Empresa (la única que en términos relativos había sido premiada por la demanda) y extrapolar, la formación matemática de la Economía General -castigada como he dicho por la mayor recesión de demanda-, a la Economía de Empresa.
A tenor de la respuesta que cabe esperar del mercado, creo que los estudios de economía actuales, si seguimos dando la espalda a las importantes demandas sociales relacionadas con la economía, correremos un riesgo importante sino de supervivencia, sí de irrelevancia.
La pasividad y resignación con el que aceptamos esta situación creo que no es la solución. La autonomía universitaria no puede dar cobijo a intereses, sanedrines y endogamias múltiples asociadas a nuestras estructuras universitarias.
Soy consciente de que estamos ante un problema complejo, puesto que al margen de componentes locales y nacionales, “el mal” se desarrolló y reprodujo internacionalmente y en sus orígenes en las universidades norteamericanas más acreditadas. Actualmente, la enseñanza de la economía, su enfoque y metodología, esta siendo puesta en cuestión internacionalmente y es importante tomar una posición correcta en estas cuestiones.
Hoy, la actual crisis, su torpe diagnóstico, la pasividad en las respuestas, la carencia de ideas ha puesto en evidencia el alcance de nuestra ciencia. Y es que tras el periodo más fecundo en todo el mundo respecto de creación de centros universitarios de economía, formación una gran masa crítica de economistas y la publicación de miles de revistas especializadas -tras más de setenta años-, tenemos que recurrir a Keynes y a sus aportaciones de orden psicológico -que no matemático- los «animals spirits«, para encontrar explicaciones convincentes e inspiraciones para afrontar la actual crisis.
La crisis nos ha cogido a los economistas en la versión más cómoda posible: la sabiduría absoluta del mercado y su proclividad al no intervencionismo y una modelización matemática irreal, basada en el mejor de los casos en pura probabilidad estadística, pero cuando no holística, irrelevante en ideas y hechos económicos; aspectos que, en algún caso, han servido incluso para propiciar los propios desencadenantes de la crisis.
Hoy, por ejemplo, desde algunos círculos financieros se detraen de las bibliotecas los muchos artículos que con este tipo de modelos avalaron las bondades de las titulaciones de hipotecas basura y otros activos tóxicos, en nombre de la flexibilidad de los mercados y la generación de liquidez. Y aun más grave, se difunde amplia y mediáticamente, la culpabilidad de un modelo matemático Value at Risk (VaR) en la provocación de la crisis financiera internacional más importante de nuestra historia reciente (8).
Animals Spirits de G. Akerlof y R. J. Shiller es un libro que, siguiendo una línea keynesiana tradicional, resulta extraordinariamente sugerente y convincente para cualquier tipo de lector que está rompiendo récords de ventas en todo el mundo. No tiene una sola fórmula matemática en sus 327 páginas y su subtítulo es «Cómo influye la psicología humana en la economía«(9) .
No sólo la psicología es útil a la economía. Como sabéis, la historia, la sociología, la geografía, el derecho, la infotecnología, han dado éxitos importantes a la economía en el estudio de los problemas reales, pero su peso en los planes de estudios es cada vez menor o incluso inexistente .
Creo que debemos empezar a ser autocríticos con nuestro «producto» y saber identificar, el escaso valor de muchos trabajos, sumidos en irrelevancia y encubiertos en nombre de un falso rigor y una prepotencia holística y reñida con la humildad del verdadero científico.
Además, tendríamos que ser más exigentes a la hora de plantear la idoneidad de nuestros planes de estudio. Estos, lejos de ofrecer un «producto» atractivo, real y útil para la sociedad, han quedado fosilizados en una suerte de “pensamiento matemático único” (10).
Como muestra de la preocupación internacional existente, extraigo un breve párrafo de una carta dirigida por un grupo de economistas británicos a la Reina de Inglaterra (11) , como consecuencia de una pregunta de su majestad Isabel II durante una visita a LSE sobre “por qué los economistas no habían sabido predecir tan importante crisis”. El párrafo es el siguiente:
… nos permitimos sugerir que parte de esta responsabilidad la tienen los economistas líderes e influyentes del Reino Unido y otros países. Algunos economistas -como Ronald Coase, Milton Friedman y Wassily Leontief – se han quejado de que en años recientes la economía se ha convertido en una rama de las matemáticas aplicadas y se ha descolgado de las instituciones y de los acontecimientos mundiales y reales (…)
En el año 1988 la American Economic Association creó una Comisión sobre el estado de estudios de las licenciaturas de economía en los Estados Unidos. En una conclusión demoledora publicada en el Journal of Economic Literature en 1991 la comisión expresó su temor a que «los programas de licenciatura podrían producir una generación con demasiados «tontos sabios», hábiles en técnicas pero inocentes cuando se tratara de asuntos económicos reales.
En definitiva, quizás el protagonismo actual y añoranza de nuestro querido y admirado Enrique Fuentes Quintana en Internet, la capacidad de estas Jornadas de llenar un Paraninfo con mil personas hace años, la muy notable caída de la demanda de estudios de Economía y Empresa (frente al auge de las Escuelas de Negocios) y el desarrollo de la actual crisis y las insuficientes respuestas de los economistas, quizás tengan mucho que ver con lo que estamos hablando…
Siguiendo el estilo y talante personal del profesor Enrique Fuentes Quintana, merecería la pena que los economistas revalidáramos con fuerza nuestro compromiso con la sociedad, sus necesidades y sus prioridades. Nuestra profesión está lo suficientemente consolidada para permitirnos ser autocríticos con nuestros «productos» y, lejos de obrar con un miope sentido corporativista, tratar de recobrar el liderazgo social que nos corresponde.
Y llegados aquí también quiero enlazarlo con lo que decía al principio cuando aludía al mérito de Juan Velarde y José Luis –posteriormente extendido a los actuales directores de las Jornadas- en la elección de unos temas que han tenido como característica permanente: su relevancia. Sobran palabras si nos remitimos al título de las Jornadas de este año. Así pues, lejos de imitar prácticas en nuestra profesión que casi merecerían el calificativo de espurias, ánimo a proseguir y sentirnos muy orgullosos de una línea que con continuidad de 24 años hoy viene a legitimarse y cargarse de muchas razones.
———
Andrés Pedreño Muñoz
Noviembre 2009
El tema que voy a abordar también está relacionado con estas cuestiones. En los 15 años en los que desde diferentes ópticas y puestos he estado ligado al boom de las Nuevas tecnologías, me he percatado con claridad que desde otras especialidades se han dado respuestas más convincentes, anticipativas y sugerentes que desde la economía. En lo que sigue, aplicaré el sentido autocrítico que he recomendado.
Notas:
(1) Incluso me atrevería decir que de liderazgo político, a juzgar por el sesgo de su actual reivindicación cibernética.
(2) Y lo enlace con la relevancia de las Jornadas a la que antes aludía y de paso haceros copartícipes, por una vez, también, de nuestra historia más local: los estudios de Economía en la Universidad de Alicante.
(3) Quizás este patrón sea próximo al de otras facultades españolas.
(4) No conozco a fondo las medidas adoptadas en las diferentes universidades.
(5) Han abundado los juicios críticos, por ejemplo el de Krugman cuando exclama «¿Porqué los economistas nos equivocamos tanto?» en relación a la crisis actual.
(6) Tras más de setenta años desde el crack del 29 y de su consiguiente depresión y de las muchas enseñanzas que el pensamiento keynesiano nos brindó para afrontar este tipo de problemas.
(7) Una reincidencia histórica…
(8) Ver su divulgación mediática en http://www.elpais.com/articulo/dinero/inversiones/culpable/nadie/habla/elpepueconeg/20091025elpnegdin_2/Tes).
(9) Es significativo que no haya sido el enfoque matemático de Hicks el que haya resucitado a Keynes.
(10) Quien os habla no tiene fobia a las matemáticas. Una buena parte de mi vida y de mis investigaciones ha hecho un uso intensivo de ellas; pero también mi escepticismo llegó temprano de una forma natural: las exigencias de la realidad que me tocó vivir en instituciones y empresas en las que tuve que tomar decisiones apoyadas en el conocimiento de la economía.
(11) Esta carta tiene sus orígenes en una pregunta que hace la Reina de Inglaterra en la London School of Economics sobre la falta de predicción y de respuesta de los economistas a la actual crisis. Dos economistas de la LSE, Tim Besley y Peter Hennessy, le respondieron en una carta alegando las causas que a su juicio explicaban tal situación. Esta carta a su vez provocó otra misiva a la Reina a la que se sumaron bastantes economistas británicos y de otras partes del mundo. De esta última carta están extraídos los párrafos arriba mencionados. La carta está traducida en: http://www.euroresidentes.com/Blogs/empresa/2009/07/los-economistas-y-la-prevision-de-la.html