Leo esta semana, como muchas otras, noticias de los múltiples avances e innovaciones que tienen lugar en el mundo de Internet. Por citar algunos ejemplos, el ScentSacape para oler películas y juegos por ordenador, avances en búsqueda de voz en teléfonos Android (cuatro aciertos de cada cinco), la constatación de que Internet gana mucho terreno a la TV como principal  fuente de noticias (en Estados Unidos)… También leo sobre las predicciones sobre la  “industria” de Internet y sus empresas más representativas para este año 2011. Desde la integración TV /Internet, la hipotética salida a bolsa de Facebook, el mantenimiento del liderazgo de Apple, hasta las estrategias de Google para llegar a “ser social” (Internet-2011).

En muchos entornos donde la cultura digital de los negocios ha calado hondo, la realidad se ha virtualizado plenamente. Me dicen algunos amigos viajeros que los temas de conversación en desayunos, almuerzos y otras reuniones de trabajo giran en torno a estas cuestiones.. Hay un fuerte emprendedurismo que se beneficia de avances e innovaciones e importantes y producto de la correcta y entusiasta asimilación de la cultura digital de la que hablamos..

En cambio, en nuestro entorno más próximo, ya casi hemos olvidado la excelente y espectacular noticia difundida a finales de diciembre pasado (Información 27-12-2010) de que Rive Technology, empresa de nanotecnología  del alicantino Javier García, recibía 25 millones de dólares de un fondo de capital riesgo de EEUU.

Conozco más de una treintena de proyectos e iniciativas relacionadas con las TIC  que bien merecerían la pena  que formaran parte de la cultura emprendedora de nuestro entorno. Cada vez que hablo con Eduardo Manchón (ex-panoramio, ex-Google) me contagia una irresistible pasión por los potencialidades de nuestros “frikis” (geeks). Algo parecido a lo que me transmiten los profesores Marco y Pernias respecto a la web 3.0.

Hemos perdido el control de la realidad debido a nuestra muy escasa capacidad para virtualizarla.

 

 El futuro está ahí.  Pero  seguimos revolviéndonos en el barro. Nos recreamos en las limitaciones ya conocidas de la “vieja economía” y nos instalamos en el pesimismo y la desesperación. Sabemos que hay que cambiar el “chip”, pero tendemos a regocijarnos en nuestras miserias.

Quizás seamos pesimistas en exceso pero motivos no nos faltan. Basta con observar cosas como el empeño del Gobierno en sacar la Ley Sinde sin posibilidad de asimilar que el principal perjudicado a medio plazo son los propios intereses que se empeñan en proteger. Por no hablar de la recurrente idea de situar a Google como centro de todos nuestros males. Hasta el punto de que este país lo sienta hace unos días en el banquillo de los acusados, convirtiéndolo en una de nuestras prioridades judiciales, mientras que prescriben frecuentemente todo tipo de delitos mayores.

 En este entorno no es de extrañar que FITUR sea todavía la gran herramienta de promoción turística, mientras que millones de internautas contratan sus vacaciones a través de plataformas online.

Un país que debiera aspirar a poseer la primera empresa de comercialización inmobiliaria o turística online de Europa, renuncia a la fórmula 1 para ir a pedales, y no por motivos ecológicos precisamente. Estamos llegando a un punto que hemos perdido el control de la realidad debido a nuestra muy escasa capacidad para virtualizarla. Curioso.