Algunos de mis minutos más productivos del día los tengo con algunos de mis «agregados» a través de mi messenger (Servicio de Mensajería Instantánea). Hoy es una herramienta fundamental en mi trabajo.

Conozco algunas empresas y universidades que lo tienen «prohibido». Las razones señaladas es que lo utilizan los empleados o alumnos para actividades no académicas y por la pérdida de «tiempo productivo» que provoca. Lo que me sorprende es que por esa regla de tres no se prohiba el teléfono, las maquinillas de bebidas o de café, o se impida tajantemente bajar a fumar a la calle. La prohibición más bien es un síntoma de nuestra incapacidad para utilizar y sacar provecho de las nuevas tecnologías.

Este año he utilizado el messenger para las tutorias de mis alumnos de doctorado. El curso que viene lo haré con mis alumnos de licenciatura. Todavía no sé si será útil o productiva la experiencia, pero de lo que estoy totalmente convencido es de que merece la pena tener una mentalidad muy abierta en estos temas.

Leo también que algunas empresas están descubriendo el messenger como herramienta fundamental para el trabajo de sus empleados… Aunque solo sea por el ahorro de teléfono -llamadas de voz (VoIP)- y de fotocopias ya creo que merecería la pena.

Quizás las aguas vuelvan a su cauce.