Sentí estos días pasados no poder asistir al Club Información para la presentación del libro de Manolo Alcaraz. Manolo es de una raza política ya en extinción. Si abundaran más políticos como él a buen seguro las cosas serían de otra manera. Su talla política -la recuerda muy bien Juan Ramón Gil-, se puso de relieve en aquel debate histórico (1996) previo a las elecciones generales, entre Solbes, Trillo y Manolo Alcaraz en el que Información lo declaró absoluto vencedor.

Mi admiración por su persona siempre se ha situado en lo más alto. Su trabajo, su capacidad de lucha, su visión crítica e intolerante hacia aquellas cuestiones que corroen bases importantes de nuestra sociedad, la defensa progresista de muchas ideas e iniciativas… Durante los años que fue diputado su actividad alcanzó cotas que ningún parlamentario había logrado con anterioridad, en una actitud que la mayor parte de los medios -incluso los no afines ideológicamente- alabaron con frecuencia. Una labor política ejemplar.

El libro «La plaza y el palacio» recoge muchos de sus artículos publicados en el diario Información en un fase que Gil llama «la del ciudadano concienciado» y que constituyen «una guía de guerrilla urbana», despertadora de conciencias.

Lástima que demasiadas conciencias duerman profundamente. La sociedad suele pagarlo caro.

Enhorabuena Manolo.