Queda poco de aquella economía alicantina de los años sesenta y setenta

Los estudiosos de la economía alicantina han sido testigos en los últimos años de su capacidad para superar cambios importantes. De hecho, actualmente queda poco de aquella economía alicantina de los años sesenta y setenta.La provincia alicantina ha demostrado sobradamente que su capacidad empresarial es uno de sus principales activos y ha sido diestra a la hora de encontrar nuevas vías a las que afianzarse para proseguir su crecimiento.

Actualmente, con la crisis inmobiliaria y la globalización, debe enfrentarse nuevamente a cambios y retos importantes. Se podría decir que el caso alicantino puede ser un ejemplo muy característico y representativo de otros muchos espacios españoles y europeos que deben enfrentarse a las exigencias de la globalización. Esta última impone cambios orientados a incrementar su relevancia territorial.

La escala, el tamaño es importante en la era de la globalización

Aunque hay otros problemas cuya entidad no quisiera ni mucho menos encubrir, sí hay un cierto dilema en cuanto al alcance o ambición del modelo alicantino. La globalización, el marco de la Unión Europea, muy especialmente el tamaño de los nuevos países emergentes, le confiere a la escala un componente estratégico de primera magnitud.

Al respecto, Alicante debería aspirar a ser referente territorial europeo –al igual que Valencia- y dejar de ser concebida como una provincia “mediana” en nuestro entorno económico y político. Como espacio económico supera a todas las provincias que ostentan capitalidad de Comunidad Autónoma, con la excepción de Madrid, Barcelona y Valencia.

Al igual, que hoy vemos que España reivindica su peso e influencia entre los países más poderosos económicamente. Alicante debería reivindicar –en el marco de la Comunidad Valenciana- su peso estatal. El peso económico y demográfico de Alicante le permite disputar a muchas capitalidades de Comunidades Autónomas un protagonismo locacional muy relevante en términos de atracción y generación de riqueza económica.

Si aceptamos estas premisas esto tiene importancia a efectos de nuestro aeropuerto, nuestra política tecnológica, nuestra oferta urbana y el desarrollo de servicios especializados, la actividad financiera…

 Alicante en la encrucijada

La provincia de Alicante vuelve a sentir otra crisis de modelo. En este debe enfrentarse a las exidencias de la globalización y de nuestra plena integración en la una Europa que incremeta su tamaño de forma contínua. Podría decirse que está en la encrucijada a la hora de tomar una serie de decisiones relevantes:

  •  Una débil capitalidad, escaso desarrollo de servicios avanzados. Hoy es una cuestión de tamaño lo que explica la captación y desarrollo de servicios especializados avanzados. Para esto hay que “vender” en el exterior no solo la provincia sino el peso conjunto de Alicante y Elche (medio millón de habitantes, tres universidades, uno de los aeropuertos más importantes en tráfico aéreo internacional, oferta educativa y sanitaria importante, unos de los principales parques industriales del mediterráneo, etc.). Esto es importante, puesto que las ciudades desempeñan un papel clave. Alicante y Elche por separado no son capaces de entrar en el tamaño “visible” a una escala global. Aunque su gestión política y administrativa sea independiente, su venta, su marketing debería ser conjunto en beneficio de ambas ciudades y de una provincia que necesita ser vista en consonancia con el peso total de su PIB, su población y su crecimiento.
  •  Consolidar el el futuro su potencial inmobiliario y turístico. La actual crisis debe aprovecharse para darle entidad tecnológica al sector de la construcción y configurarlo como referente europeo. En el futuro inmediato habrá que empezar a construir de otra forma y la credibilidad exterior también potenciará la salida de nuestros productos (venta de viviendas y exportación de nuestra actividad constructora e inmobiliaria). Esa entidad tecnológica también deberá ser visible y relevante no sólo en términos regionales o nacionales, sino hay que insistir, europeos. De lo contrario servirá de poco.
  • Un centro financiero natural. Así las cosas parecería relevante, tal como se ha señalado acertadamente estos días que Alicante se potenciara como centro financiero, siguiendo el modelo ya existente en muchos países de separar los centros financieros de los políticos. En los últimos años, Alicante se ha consolidado como un “centro natural” financiero interterritorial que cubre comunidades como Murcia, Baleares, Cataluña y la propia Comunidad Valenciana. La actual crisis financiera impondrá aumentar estratégicamente esta escala territorial y consolidar su posición como uno de los principales centos financieros junto Madrid y Barcelona. Al respecto, Alicante esta mejor posicionado que Valencia para llevar a cabo este objetivo, dado que es espacio alicantino es “más neutral” desde un punto político, a la hora de protagonizar con éxito potenciales fusiones interegionales.
  • En esta encrucijada, en estos retos, es fundamental para Alicante que la propia Comunidad Valenciana la considere estratégicamente como cuarta provincia española en términos demográficos y económicos. Esto es, que haga valer su peso en España. Y es que una Comunidad que ostente la tercera y cuarta provincia debería acaparar un liderazgo territorial decisivo dentro de la “Gran Diagonal europea” (una vez desplazada la relevancia del eje del mediterráneo español) y su potencial para vertebrar riqueza en España y en Europa.