La mayor parte de las veces que entro a una web de una administración pública me irrito. ¡¡Qué falta hace una Administración Pública 2.0!!

Pero incluso mucho antes de 2.0 nuestras Administraciones tendrían que cumplir mínimamente con algunas nociones básicas de la web 1.0 (usabilidad, navegabilidad, respeto al ciudadano, etc.)

Hace unos tres años formé parte del Consejo Asesor de Administración Electrónica, en cuyo seno se fraguó en el periodo de Jordi Sevilla la Ley de Administración Electrónica. Se justificó la vía jurídica para comprometer a las administraciones en la vía electrónica.

Hoy casi tengo la certeza de que la vía jurídica puede ser la apropiada solo si va acompañada del desarrollo de una cultura de digital y de eficiencia en el entorno de los máximos responsables y funcionarios de nuestras administraciones. De lo contrario se quedará a medio camino.

Reingeniería de procesos y cultura digital en la Administración pública española

Hoy, el «vuelva Usted mañana«, es

  • un enlace roto, una búsqueda que va a un documento inexistente… la dificultad de encontrar un servicio básico del sitio en cuestión.
  • tener que utilizar Google antes que el buscador interno de un servicio de la administración que no te lleva a ninguna parte o a páginas equivocadas
  • homes inoperantes que no buscan como objetivo principal prestar servicio a los ciudadanos…
  • la innecesaria palabrería y lenguaje burocrático confuso y ajeno a las herramientas web
  • la carencia de voluntad para aprovechar al máximo el potencial de unos servicios online, rápidos, fáciles y eficientes…
  • la descoordinación entre las administraciones que actúan como compartimentos cerrados.

Precisamente en el marco del Consejo Asesor mencionado, abogué por una reingeniería de procesos: simplificar, facilitar, ahorrar tiempo, hacer comprensible, orientar eficientemente… Todo eso es muy necesario.

En un estado democrático parecería que algunos principios básicos habría que cuidarlos mucho. Me atrevería a señalar tres sencillos principios:

  • Los ciudadanos: derecho a un acceso claro, simplificado y fácil. Los ciudadanos merecen el mayor respecto y atención a la hora de prestar los servicios públicos. El diseño web y los servicios prestados deberían ajustarse radicalmente a este principio.
  • Ahorrar costes superfluos a las empresas. El tiempo en las empresas es muy valioso. Los trámites que las implican con las Administraciones si no se racionalizan constituyen un coste adicional improductivo, recursos a asesorías y pérdida de competitividad. Nuestras empresas se sitúan en desventaja respecto a las de otros países que sí obtienen servicios eficientes y sin costes adicionales.
  • Desarrollo de una cultura digital. Asumir que las herramientas de la sociedad de la información constituyen el medio idóneo para modernizar las Administraciones Públicas y dotarlas de eficiencia. Es imprescindible liderar y ejercer la voluntad política de cumplir este principio. Existe la oportunidad de fomentar la educación digital a través de buenas practicas que emanen del sector público.

Y bueno, tras esto, empezaremos a hablar de lo realmente interesante… La Administración Pública 2.0 ¿no?