Reproduzco un párrafo de J. Estefanía en el diario El País de hoy:

Por qué casi nadie previó lo que iba a pasar? Treinta meses de crisis dan distancia suficiente para intentar contestar a esa pregunta. La economía, que seguramente es la ciencia social matemáticamente más avanzada, es una ciencia social humanamente atrasada. Se abstrae muchas veces de las condiciones sociales, históricas, psicológicas de los ciudadanos, que son inseparables de las actividades mercantiles. A finales de 1989, el semanario Time publicó en su portada un reportaje en el que pedía la dimisión de los politólogos de todo el mundo por haber sido incapaces de pronosticar la caída del Muro de Berlín. Veinte años después, ¿no habría que exigir lo mismo de los economistas? Un ciudadano ilustrado escribía en una carta al director de una publicación que del mismo modo que la guerra es un asunto demasiado importante para que la dirijan los militares, la economía es demasiado importante para dejársela a los economistas.
(La década perdida de J. Estefanía en El País).

Es un tema en el que vengo insistiendo: la necesidad de que los economistas abramos un proceso de reflexión y de autocrítica sobre nuestra disciplina. El texto de J. Estefanía viene a poner de relieve el hecho de que se cuestione mediáticamente de forma creciente y frecuente nuestra capacidad para llevar a cabo las responsabilidades propias que se derivan de nuestra especialidad.