Los esperados brotes verdes EncuentrosNOW en Club Información

La economía española empieza a mostrar los primeros indicadores positivos desde que se inició el declive hace seis años. El empleo, la balanza exterior, las exportaciones, disminución de la prima de riesgo, percepción más positiva en los mercados financieros, inversores que buscan precios de saldo en inmuebles y otros activos…

Algunos economistas, pese a las todavía restricciones y sombras (endeudamiento público y privado, elevada tasa de paro…) pronostican que la recuperación de la economía española es inminente. Es el caso de Juan Iranzo, con el que he compartido un encuentro organizado en un formato muy creativo por el colectivo EncuentrosNOW (José Manuel Bonilla, Juan Carlos Requena, Laura Cárdenas, Enrique Barreneche…)

Lo cierto es que el hecho de hablar de recuperación me parece en sí mismo muy positivo, tras las incertidumbres y la entidad de los problemas en los que estamos inmersos.  Confieso que siempre me equivoco con las predicciones económicas y ya casi no me atrevo a darlas.

Creo importante destacar en el tema que nos ocupa que no sólo debe preocupar el cuándo sino muy especialmente CÓMO y CUÁNTO. Tenemos que aprender de los errores cometidos y fijar una bases sólidas, una estrategia de crecimiento de cara a los próximos años.

Es importante cómo y cuánto crecer

De poco serviría crecer como lo hemos hecho en las dos últimas décadas a través de burbujas que se desinflan y nos remiten a deshacer una gran cantidad de lo andado y con un alto coste social de pérdida de empresas y empleos, amén de otros males.  Tenemos que lograr un crecimiento sostenible. Y seis millones de parados bien exigen un crecimiento relevante (el cuánto) que evite la precariedad laboral, el paro de larga duración, la desigualdad y la pérdida de cohesión social.

Nuestro país ha hecho un esfuerzo muy importante tratando de recuperar su competitividad a través de un duro ajuste salarial y de empleo. Ha sido «nuestra devaluación»  con ajustes y recortes que han recaído en las capas más débiles de nuestra población.  ¿Es suficiente esta devaluación para afrontar un crecimiento distinto y cuantitativamente relevante durante los próximos años?

Nuestro modelo de crecimiento carece de orientación

Las señales que da el mercado no siempre son correctas. La burbuja inmobiliaria y financiera reciente lo ha demostrado contundentemente. Algunos países, aun respetando la lógica del sistema de mercado son proactivos a la hora de marcar objetivos, orientaciones y estrategias.

Al respecto no tenemos una clara orientación para la economía española. En los sesenta y setenta nuestros esfuerzos iban dirigidos hacia la industrialización, en los ochenta y los noventa, tras ganar un peso relevante en la industria, avanzamos en la terciarización. En los noventa y principios de los dos mil, con un modelo ya agotado y sin orientación clara, construimos la ficción de una burbuja inmobiliaria, financiada alegremente. Tenemos que buscar un nuevo modelo, una línea de especialización y crecimiento, acorde con nuestras ventajas competitivas y en clave de futuro.

¿Cuál es la orientación en clave de futuro de una economía moderna? Sin duda, la economía digital, entendida como un primer estadio de la economía del conocimiento y como base para introducir competitividad a los sectores más tradicionales, desde el turismo, la banca, los medios de comunicación, los servicios a las empresas o la industria manufacturera  tradicional.  Además supone un magnífico «entrenamiento» para introducirnos en otros desarrollos tecnológicos potenciales muy potentes a medio plazo (nanotecnología, salud, internet de las cosas…).

¿Estamos preparados para pivotar nuestra economía hacia la economía digital o la economía del conocimiento? Todo apunta a que no. Al menos no suficientemente. Un ajuste salarial quizás garantiza un aumento de competitividad en los sectores tradicionales existentes pero no es relevante en clave de de la economía del conocimiento. Talento, educación, ecosistemas de innovación son las variables clave. De ahí que necesitemos más reformas: emprendimiento, educación, administración.. orientadas a posicionar nuestra economía estratégicamente.


Reformas para crecer más y mejor

Incluso si nos centramos en el reciente comportamiento de las exportaciones españolas, cuya evolución ha respondido muy favorablemente a las ganancias de competitividad derivadas del ajuste salarial, nuestro balance comparativo es pobre, en términos de un modelo de futuro.

El peso de las exportaciones de alta tecnología que permanecía estancado en torno al 5% desde hace unos 20 años, apenas se ha incrementado un punto en los dos últimos años, pasando al 6%.  Mientras, un país como China que ya nos venía duplicando ese porcentaje, ha pasado al 20%.

El éxito de China no ha sido producto de una improvisación. Obedece una voluntad política y a una ambiciosa apuesta en favor de los sectores de futuro, la ciencia y la tecnología. China tiene enormes ventajas salariales, pero no ha dejado al dictado o al albur del mercado su apuesta de futuro en nanotecnología, la sensorización de las ciudades y la economía digital, entre otras.

Necesitamos reformar y mejorar sustancialmente la educación, modernizar la administración y favorecer el emprendimiento digital en todas sus vertientes y conformar espacios eficientes (ecosistemas) que favorezcan la innovación. También una estrategia fiscal. Irlanda no tiene más ventajas locacionales que España, al margen de la masa crítica que está construyendo.

El potencial de la economía digital

El mercado da señales que quizás no queremos ver. En plena crisis económica en España cuatro de las diez titulaciones universitarias más demandadas están relacionadas con la computación. La Comisión estima que en la Unión Europea  hay unos 900.000 puestos de trabajo vacantes, la mayor parte relacionados con la economía digital.

El algunos países la contribución al PIB de la economía digital alcanza ya cifras de dos dígitos. No es el caso de de España donde representa el 2,4% y ni tan siquiera capitalizamos un mercado lingüístico de unos 400 millones de hispanohablantes. Por no hablar de los que nos triplican el volumen de comercio electrónico o en el desarrollo del marketing digital.

Las grandes empresas que son hoy referencia mundial  (Google, Apple, Microsoft, Facebook, Amazon..) están encuadradas en la economía digital. Los sectores tradicionales, desde los hoteles, el transporte aéreo o los bancos se ven abocados a ganar competitividad a través de la tecnología digital. El móvil, o la conectividad vía multidispositivos, el comercio electrónico, las ciudades inteligentes fomentan un marco presente y futuro donde la economía digital tiene y tendrá un protagonismo absoluto…   Se estima por ejemplo que el Internet de las cosas generará un mercado de billones de dolares antes de 2020.

Tenemos un Ministerio de Agricultura o de Industria, en clave de pasado. Pero no tenemos una estrategia, ni damos entidad a algo fundamental para nuestro futuro.

Y nuestras políticas son deficientes. Los elevados precios de banda ancha, un défil posicionamiento sobre el futuro del móvil  (o multidispositivos) y su ámbito de conectividad, una administración electrónica insuficientemente desarrollada, un conjunto de regulaciones desacertadas (propiedad intelectual, privacidad…), una carencia de políticas activas para atraer inversiones y fomentar ecosistemas de innovación en torno a las universidades, etc.

Los países emergentes, especialmente asiáticos, nos están dando una lección. Aparte de China,  la India ha demostrado que pese a las inmensas restricciones derivadas de su territorio y desarrollo, se pueden alcanzar éxitos relevantes en la economía digital (ver  La India, los parques tecnológicos y la educación)….

La educación, una reforma de estado en clave de futuro

En 2008 hablaba de la necesidad de instrumentar políticas de innovación universitaria. También me he referido más recientemente a estos temas en De dónde tendría que venir un cambio en la educación universitaria; o incluso hace tan sólo unos días en el coloquio conjuntamente con los que han sido hasta la fecha rectores de la Universidad de Alicante (La Universidad actual rectos de futuro).

Aquí, únicamente recordaré:

  • La Universidad española y el ámbito de la educación no puede permitirse una reforma baldía más, tras las insuficiencias y sesgos del Plan de Bolonia, Es preciso un pacto de Estado en torno al modelo educativo de España que acometa con ambición profundas reformas.
  • Hay que poner foco en la reforma que tiene que hacer un país como Estados Unidos para superar sus problemas actuales (morosidad estudiantil, brecha entre la oferta y la demanda educativa, productividad de la actividad investigadora, nuevos modelos de enseñanza universitaria con base tecnológica (ej, MOOCs).
  • La Universidad debe responder a las necesidades sociales presentes y futuras. Necesitamos que nuestro sistema educativo se posicione entre los mejores del mundo.

A modo de conclusión

 Nunca hemos tenido científicos tan bien preparados, ni estudiantes tan capacitados. Pero necesitamos una estrategia y una clara orientación en clave de futuro. Necesitamos emprendedores del siglo XXI (ver 10 características del emprendedor del siglo XXI), empresas de base tecnológica (ETB), una masa muy relevante de startups ligadas a las TICs, ecosistemas de innovación, ciudades inteligentes, un sector inmobiliario reconvertido y singularizado, un sector turístico con el potencial del marketing y la comercialización digital, un crecimiento dinámico de nuestras exportaciones de alta tecnología…

En definitiva, una economía moderna, capaz de hacerse un hueco entre las economías más avanzadas de nuestro entorno global.

Vídeo Resumen de la Jornada

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