Los profesores Salvador Salort y Ramiro Muñoz han organizado para sus alumnos un muy interesante ciclo de conferencias este curso sobre el Estado del Bienestar. Ya di cuenta hace unas semanas de la conferencia de Juan Romero sobre estos temas. La semana pasada intervino Rafael Muñoz de Bustillo con la conferencia «Perspectivas de la política social y de empleo de la Unión Europea tras la ampliación». También ha participado Francisco Comín con «El surgimiento del Estado del Bienestar en Europa».

Estos temas me llevan a una muy modesta y especulativa reflexión de fin de semana. Me atrevo a sugerir que quizás el lastre que para algunos países representa el Estado de Bienestar como es el caso de Alemania –primera de Europa y tercera del mundo- está llevando a algunos planteamientos que en mi modesta opinión adolecen de una visión sólo parcial.

Alemania, Japón, el estado del bienestar, la economía del conocimiento y la nanotecnología…

La prestigiosa Wharton señala los problemas de la canciller Ángela Merkel al enfrentarse a las debilidades de la economía alemana menciona factores ya reiterados como: el insuficiente crecimiento del PIB en el último quinquenio; un sector servicios exiguo; una tentación proteccionista… junto con el creciente envejecimiento de la población y, claro, el «lastre del Estado de Bienestar» que, obviamente, supondrán una mayor presión sobre el presupuesto nacional en los próximos años.

Me aventuraría a indicar que se pone el énfasis en las restricciones y no en las potencialidades. En definitiva, ¿Por qué se crece poco o los servicios son endémicos? Quizás la cuestión a considerar no debería ser tanto repartir lo que se tiene, sino saber alcanzar tasas de desarrollo más elevadas, creciendo de forma sostenible e inteligente.

Algunos países han perdido las referencia del modelo de crecimiento que deben impulsar en los próximos años. Sus erróneas interpretaciones de la mal llamada «Nueva Economía» en una primera etapa, y la escasa base para fomentar la investigación y el desarrollo tecnológico les están llevando a un callejón sin salida, centrando sus miradas hacia la crisis del Estado del Bienestar.

Si el esfuerzo analítico y presupuestario se canalizara en apoyar la economía del conocimiento o los sectores asociados al crecimiento futuro quizás ayudaría a resolver un parte del problema. A algunas economías como la japonesa les costó trabajo reconocer que su modelo estaba en gran medida agotado. Tras años de tipos de interés negativos sin que la inversión se movilizara, en la actualidad las autoridades japonesas saben muy bien la importancia de posicionarse estratégicamente para próxima ola tecnológica: la nanotecnología.

Países como Irlanda, Corea, la India –parcialmente-, incluso los Estados Unidos –a pesar del «shock Bush«- nos están dando pistas del valor de saber aprovechar eficientemente una ola tecnológica específica.

Los economistas somos infortunados a la hora de hacer prospectiva. Pero la «economía del saber» quizás exige que perfeccionemos nuestras técnicas en este tema. De aquí quizás surgirían valiosas pistas para maximizar formas y tipos de crecimiento que nuestras economías y sociedades demandan y que la globalización exige.

La ciencia, la economía del saber exigen prospectiva, apuestas y toma de posiciones, especialmente en aquellos países que lideran la economía mundial y cuyas políticas no deben ser restrictivas de las capacidades de crecimiento de los países menos desarrollados. Estas últimas, sin embargo, si que se fomentan tercamente entre los países ricos, bien a través del entorpecimiento de la relocalización de actividades industriales y de ciertos servicios, el inamovible proteccionismo tipo agrícola, la escasez de las ayudas productivas al subdesarrollo, el tratamiento del problema la inmigración, etc.

Merkel –Blair

Repartir la tarta en trozos más pequeños o hacer una tarta más grande.

Lo segundo pasa, entre otras medidas, por:

  • Políticas activas y eficientes en el desarrollo de la sociedad de la información y el uso de las TIC
  • Fortalecimiento de la economía del conocimiento con reformas valientes y ambiciosas de los sistemas educativos
  • Apuestas decididas y ambiciosas por la inversión en I+D+I
  • Posicionamiento estratégico en nuevas olas tecnológicas, ejemplo: la nanotecnología.

La perspicacia británica y la vieja Europa

Los británicos son más perspicaces observando el mundo que les rodea. Tienen muchos ojos en Estados Unidos, la India o en la vecina Irlanda, para que algo de esto les pase desapercibido. Blair lo dijo con claridad no hace mucho a un Parlamento Europeo que lo recibió con silbidos y lo despidió con aplausos. Sin embargo, la influencia británica en Europa es limitada.

Así que, incluso con el mensaje de Blair a cuestas, será difícil que Europa reaccione. Si lo hace algún día será consecuencia de la aplicación de políticas de los estados miembros que vayan convergiendo en una nueva dirección. Y sobre esto, pues, tampoco parece haber muchas reacciones ¿no creen?
Algunos temas tratados anteriormente y mencionados en el post: