En la revista Dinero (se elabora en colaboración con BusinessWeek) de este mes de diciembre aparece en su sección «Observatorio Tecnológico» un artículo titulado «La nanotecnología revolucionará la construcción» de Carlota Garrido ( no hay versión online, sólo papel). La foto de entrada del artículo es la sede del Instituto Tecnológico de la Construcción (Aidico) en Paterna, Valencia, orientado actualmente al estudio de estos temas.

El artículo general elaborado por la revista es muy optimista. Sólo hay que leer los subtitulares: «Habrá aplicaciones operativas y reales en cinco años», «La jubilación del ladrillo», o «Cambios en el hormigón»…

Sin duda es un trabajo de difusión muy interesante y necesario -apostillo que imprescindible, en una sociedad como la española tan distanciada a veces de lo tecnológico-.

Pero, releyendo la entrevista que Carlota me hace, resulta que soy yo el que pone el punto más moderado y escéptico sobre los resultados a corto y medio plazo de la nanotecnología aplicada a la cosntrucción. Me consuela pensar que mis amigos de la Facultad de Ciencias, Mario Pardo y Paco Llorca, me tachen a menudo de excesivamente optimista en mis predicciones sobre el futuro de la nanotecnología.

En todo caso, hay una confusión generalizada que se cruza frecuentemente. Me refiero a las potencialidades de la nanotecnología molecular de Drexler y a las posibilidades de la técnicas nanotecnológicas disponibles en la actualidad. Es importante diferenciar ambas fases de forma clara.

Sin duda de las técnicas aplicada en la actualidad pueden surgir -y de hecho, están surgiendo- productos interesantísimos que pueden comercializarse a corto o medio plazo. Ahora bien, de darse el relevante paso científico que permitiera llevar a cabo una verdadera ingeniería molecular, aplicadable en el ámbito industrial, sí habría que hablar de revolución total.

Tanta que quizás fuera más sencillo y barato destruir y volver a construir una ciudad entera que mantenerla con materiales obsoletos desde el punto de vista su funcionalidad, del medio ambiente, la salud, la racionalización energética, la seguridad, la calidad de las prestaciones residenciales, la gestión de residuos, etc. En el mismo apartado se podrían incluir también, por ejemplo, las infraestructuras íntegras de un país entero.

La pregunta que me surge siempre es: ¿nos estamos preparando para esto?.

Entrevista en la revista Dinero

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